Así, es el uso de herramientas- como el wiki, foros u otra- que permitan la conformación de trabajo colectivo, puede ser una entrada posible (sino la más pertinente) para concretar el espacio de formación en términos de un nuevo perfil docente y estudiantil, que potencie la inteligencia emocional por sobre la cognitiva pura; donde la tolerancia, trabajo en equipo, acuerdos, no son palabras azarosas sino conceptos que se viven diariamente en cuanto grupo o comunidad pudieramos encontrar.
Desde ahí, los objetivos de una actividad pensada en términos de producción cooperativa, podría ser la generación de un proceso de construcción colectiva que permita la generación de miradas críticas y reflexivas respecto a ámbitos temáticos relativos a la formación de los profesionales de la educación, pero que incorporen elementos de la experiencia que en educación poseen los integrantes, de forma que la teoría se utilice como un cuestionador de dichas experiencias, gatillante intelectual que desnaturalice los sentidos comunes de las verdades instaladas socialmente.
Los criterios de elaboración deberían, entonces, poner como exigencia la participación permanente y equilibrada la interior de los equipos de trabajo, la conformación de textos reflexivos en los que se aprecie la relación entre la teoría y la experiencia y la integración elementos relativos a las propias emocionalidades presentes en dichas experiencias o en los actos reflexivos que sustentan la producción colectiva.
Así, la relación entre el trabajo presencial y el virtual (en espacios de educación semipresencial o de la virtualidad como apoyo a la presencialidad) sería que en el espacio presencial se trabajaría respecto a las particularidades más bien teóricas y metodológicas de cualquier asignatura, mientras que el trabajo virtual estaría destinado a la conformación de espacios de producción cooperativa, con intercambio constante de ideas referentes al campo educativo de forma que puedan pensar desde el rol, las necesidades del mundo educativo, entre otros de relevancia para su posterior desarrollo profesional.
Entonces, lo virtual se entiende en tanto espacio conformador de conversaciones y cooperación a nivel de ideas, ya sea para hacer un producto o para potenciar el pensamiento complejo en términos de los desafíos de la educación y lo presencial como el espacio de la presentación para el debate de los ámbitos teóricos y/o metodológicos que permitan enriquecer las comprensiones y desarrollos de las comunidades de aprendizaje conformadas al interior del colectivo curso.
Para ello se deberían entregar elementos teóricos básicos a los/as estudiantes desde donde ellos/as puedan seleccionar aquello que sea pertinente desde sus búsquedas. Instar y apoyar la generación de roles al interior de los equipo de trabajo. Generar estrategias de monitoreo muy activas de parte del moderador del proceso educativo, en términos de dar indicaciones relativas a las descompensaciones de la participación y las perdidas de los hilos conductores.
Es decir, jugar el rol que se juega en términos generales en un taller. Y, finalmente, deberían ser procesos que duren al menos un mes, y tal vez no más de dos, al interior del semestre, con una puesta en común integrando al final del proceso algún recurso de tipo individual donde los demás estudiantes sinteticen los aspectos que les resultan de mayor relevancia de los wikis propios y de sus compañeros. Algo similar a una bitácora personal, que se vaya completando a partir de las lecturas de los productos del curso en su totalidad.
En términos de la evaluación, en el instante en que se piensa en nuevas habilidades y competencias, se necesitan nuevos sistemas evaluativos que se hagan cargo de esas distinciones. Así, éstas deberían estar referidas a recuperar el aspecto emocional de la conformación de aprendizaje.
El monitor, mediador, profesor, docente o como quiera ser llamado, tiene la función de gatillar los aprendizajes y hacer consciente el componente emocional que encierra todo espacio de aprendizaje significativo, como conciencia de los nudos epistemológicos y epistemofílicos.
Entonces, los elementos presentes para cualquier evaluación en el ámbito semipresencial o virtual, desde las aristas mencionadas, deben hacerse cargo de los procesos y las evaluaciones formativas. La evaluación de proceso debe conformarse a partir de retroalimentación permanente por parte del agente educativo, que tiene en sí mismo un carácter formativo. La evaluación de proceso debería generarse a partir de los siguientes actores:
- Por el agente educativo, en términos de la participación individual en la producción colectiva de los/as estudiantes.
- De los propios compañeros, a partir de la aplicación de una pauta que incorpore indicadores referentes tanto a la producción misma como al aporte concreto a la construcción y discusión.
- Del estudiante, en forma individual, desde la autopercepción de su aporte a la discusión y construcción de las actividades y en términos de su instalación emocional frente al proceso educativo que tuvo lugar.
Entonces, el espacio virtual tendría como especificidad el ser un espacio destinado al apoyo del trabajo colaborativo, desarrollo de pensamiento complejo1, (el cual permite captar y visibilizar nuestro conocimiento de los fenómenos), potenciar la autonomía pero también el trabajo en equipo. De esta forma, tanto la búsqueda de material de apoyo como la pertinencia temática de la construcción y las mismas opciones que toma el estudiante para su experiencia educativa están supeditadas a la autonomía y al trabajo en equipo, ambos en igual nivel.
Desde ahí, el rol docente queda constituido como apoyo, contenedor emocional en el proceso enseñanza-aprendizaje y presentador de las discusiones frente a las opciones posibles, de forma de ser un agente que ayude a la deconstrucción y desnaturalización de sentidos comunes.
1 Para ver más sobre pensamiento complejo en educación, visitar: http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-07052000000100011&script=sci_arttext